La receta que traigo hoy crea adicción. Sólo así puede entenderse que sea reincidente después del desastre de la primera vez.
Veréis, aquí la que suscribe se puso en harina hace un par de días. Por aquello de manchar los menos cacharros posibles, hice toda la receta en una sartén de hierro fundido. Apta para el horno también.Encendí el horno a 180 grados. Fundí la mantequilla, eché la sal, la pimienta y apagué el fuego.
A continuación las nueces, el romero fresco y la miel. Le dí unas vueltas y al horno.
Lo tuve 20 minutos a 180 grados. De vez en cuando las iba revolviendo, con mucho mimo, para que no se rompieran las nueces y estuvieran bien bonitas y doradas por igual.
Pasados esos 20 minutos las saqué. Cogí el mango de la sartén con un paño doblado y cuando estaba a punto de hacer cumbre en la encimera, me falló la fuerza del brazo y se me cayó la sartén contra la puerta del horno. Las nueces, unas volaron, otras volvieron al interior del horno, otras impactaron contra el suelo y otras al lavavajillas. ¿Al lavavajillas? Pues sí, una estaba haciendo varias cosas a la vez. Y también entre vuelta y vuelta con las nueces, vaciaba el lavaplatos. Con el pánico de la escena, sólo tuve lucidez suficiente para no ayudarme con la otra mano, pues la quemadura hubiera sido morrocotuda. Pero a la vez, cerré la puerta del horno de forma instintiva. Las nueces que permanecían en la puerta del horno, se empezaron a escurrir por el cristal abajo. Sólo les faltaba sacarme la lengua en su descenso.El pringue era cada vez mayor.
Lo único que puedo alegar en mi defensa es que tengo un hueso fracturado, aunque no afecte a mis extremidades superiores. Tremendo desastre.
Por suerte, os diré por si os ocurre un accidente semejante, que cuando se van enfriando, salen en bloque. Es decir, tiras de la nuez y sale unido el caramelo. Debe ser gracias a la grasa de la mantequilla. Eso, o a que los astros se apiadaron de una pobre tullida, con la cocina hecha un asco y al borde del infarto.
Eso sí, la grasilla ya te la tienes que quitar tú.
Con estos precedentes, a ver quién se atreve a probar. Pues os digo que yo las he vuelto a hacer porque están muy muy buenas. Las pocas que quedaron en la sartén pegadas, fueron las que pude aprovechar. Y nos gustaron un montón.
La receta es de la revista Sweet Paul, de su edición Winter 2011. Y además, resulta que es la receta ganadora de My Happy Dish.(Que sería como la receta del lector).Él las llama Divine nuts, y ya anuncia que son adictivas. Por algo será.
Mi adaptación de la receta es:
-40 gramos de mantequilla
-300 gramos de nueces
-6 cucharadas generosas de miel
-1 cucharadita de sal Maldon
– una pizca de pimienta molida
-una rama de romero fresco
El modo de hacerlo, ya os lo he contado. Hasta el momento de salir del horno es lo recomendable. A partir de ese punto, ya es cosa vuestra lo divertido que lo queráis hacer.
Lo único que os recomiendo es ponerlas a enfriar sobre papel de horno bien separadas unas de otras. Así al enfriarse, quedan sueltas.
Son un aperitivo muy rico, y con unas tostadas y un camembert untado, y las nueces por encima. Un lujo.